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Por José Gregorio Figueroa: La Fatiga de la Modernidad; Reflexiones sobre Nuestro Día a Día


En un mundo que exige más de nosotros que nunca, ¿cómo podemos recuperar nuestro bienestar y creatividad en medio de la fatiga moderna?

En la revisión del papel y desenvolvimiento de las personas, se observan aspectos interesantes que merecen ser analizados en profundidad. Pareciera que el tiempo no nos alcanza para cumplir nuestras tareas, y este fenómeno es especialmente pronunciado en sociedades con menor desarrollo. Un aspecto crucial es que el mundo moderno, caracterizado por la rapidez y el uso omnipresente de la tecnología digital, ejerce una presión constante sobre los individuos. Esta presión no solo fomenta una autoexigencia desmedida, sino que también genera un entorno en el que la agilidad y la inmediatez son esenciales para la supervivencia laboral y personal.

En este contexto, resulta relevante estudiar el planteamiento del filósofo surcoreano Byung-Chul Han, quien lo formula en su obra La Sociedad del Cansancio. Han argumenta que la autoexigencia por cumplir tareas y obligaciones conduce a una fatiga permanente en los individuos. Esta situación se vuelve aún más alarmante cuando se considera que, según datos del Informe Mundial sobre la Felicidad, los niveles de ansiedad y depresión han aumentado significativamente en países en desarrollo, con tasas de trastornos mentales que alcanzan hasta el 30% de la población.

En Venezuela, esta realidad es aún más crítica. La combinación de una crisis económica prolongada, una alta inflación y un mercado laboral altamente informalizado, ha llevado a un aumento significativo en los niveles de estrés y agotamiento de la población. La falta de oportunidades laborales estables y la incertidumbre constante se reflejan en el deterioro de la salud mental de los venezolanos. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI), un 44% de los hogares venezolanos reporta dificultades emocionales graves, incluyendo altos índices de depresión y ansiedad.

El agotamiento y la presión interna por enfrentar un mundo exigente son palpables, y esta exigencia de rapidez y avance digital genera situaciones en las que parece imposible alcanzar nuestras metas. En países como Venezuela, donde el día a día implica lidiar con problemas básicos como el acceso a alimentos y servicios, la fatiga se vuelve una constante que afecta no solo el desempeño individual, sino también el tejido social. Las consecuencias son devastadoras: estudios recientes muestran que los índices de suicidio han incrementado en un 25% en las últimas dos décadas, una cifra alarmante que refleja la profundidad de la crisis emocional y psicológica.

Para mitigar estos efectos, es necesario un enfoque integral que aborde tanto la salud mental como las condiciones socioeconómicas. A continuación, algunas posibles soluciones:

Fortalecimiento de la Salud Mental Pública: Es crucial que el gobierno y las organizaciones no gubernamentales trabajen en conjunto para ofrecer apoyo psicológico accesible y gratuito. Programas de atención psicológica comunitaria, líneas de ayuda y talleres de manejo del estrés pueden marcar una diferencia significativa.

Promoción de Espacios de Esparcimiento y Recreación: La creación y mantenimiento de espacios públicos seguros y accesibles para la recreación, así como la organización de actividades comunitarias, pueden ayudar a aliviar el estrés y fomentar la cohesión social.

Educación y Capacitación: Invertir en programas educativos que ofrezcan habilidades digitales y emprendedoras puede ayudar a la población a adaptarse mejor a las demandas del mercado laboral moderno y a reducir la sensación de estancamiento.

Políticas de Inclusión Laboral: El desarrollo de políticas que promuevan el empleo formal, con beneficios y condiciones laborales adecuadas, es fundamental para reducir la precariedad laboral y el estrés asociado.

Campañas de Concienciación: Es importante educar a la población sobre la importancia de la salud mental y la gestión del estrés, desmontando estigmas y promoviendo la búsqueda de ayuda profesional cuando sea necesario.

Como bien advertía Albert Camus, la verdadera desesperanza no nace ante una obstinada adversidad, sino que proviene de la disyuntiva de no saber si luchar o rendirse. Esta disyuntiva es aún más crítica en naciones que enfrentan condiciones laborales adversas y un estancamiento en su desarrollo económico. La obra de Han invita a una reflexión profunda sobre estas realidades, y destaca que el ser humano moderno es, en esencia, un individuo fatigado, con una tendencia creciente hacia el agotamiento físico y emocional.

Esta situación plantea un grave cuestionamiento sobre el costo real de nuestra autoexigencia y agotamiento: ¿es este el precio que estamos dispuestos a pagar por un progreso que, en muchos casos, se asemeja más a una carrera sin meta que a un camino hacia el bienestar colectivo? En última instancia, la pérdida de innovación y creatividad en el ámbito de las ideas más humanistas puede ser el legado de una sociedad que, atrapada en su propia autoexigencia, olvida lo que significa vivir plenamente.

Implementar soluciones que aborden la raíz de esta fatiga en Venezuela no solo mejorará la calidad de vida de los individuos, sino que también contribuirá al desarrollo social y económico de la nación. Es un desafío monumental, pero necesario para construir un futuro más equilibrado y saludable.

José Gregorio Figueroa.
@figueroazabala.

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