Migración invertida: venezolanos regresan al sur tras el sueño roto en EE. UU.
Más de 13.000 migrantes, en su mayoría venezolanos, abandonan Panamá rumbo al sur del continente, evitando el peligro del Darién y utilizando rutas marítimas para retornar a sus países de origen.
Migración invertida: venezolanos regresan al sur tras el sueño roto en EE. UU.
En un giro inesperado del drama migratorio regional, Panamá vive hoy una realidad contraria a la que fue tendencia en los últimos años: una migración venezolana invertida. En lugar de avanzar hacia el norte, más de 13.200 migrantes, en su mayoría venezolanos, están retornando al sur del continente, tras ver truncado su camino hacia Estados Unidos.
La nueva travesía no incluye selva, sino mar. Los migrantes, que anteriormente desafiaban el infierno verde del Darién, ahora toman embarcaciones en puertos caribeños panameños con destino a poblaciones fronterizas con Colombia. Desde allí, emprenden el regreso a Venezuela o a otros países del sur, como Perú, Ecuador o Colombia.
Del Darién a los botes: cambio de ruta
Este fenómeno no es una anécdota aislada, sino parte de una tendencia creciente marcada por políticas migratorias más restrictivas, repuntes en las deportaciones y una clara desilusión ante un “sueño americano” cada vez más inalcanzable. Desde el inicio de 2025, solo unas 3.000 personas han atravesado el Darién hacia el norte, cifra ínfima comparada con los más de 500.000 en 2023.
El cierre oficial de la principal estación migratoria de Panamá, el pasado 14 de mayo, simboliza el cambio de paradigma. Las autoridades panameñas han confirmado que el flujo actual es mayor en sentido contrario, mientras el presidente José Raúl Mulino advierte que el número de retornados “sigue en aumento”.
Deportaciones y cooperación con EE. UU.
Panamá ha reforzado sus mecanismos de control. En el último año se han deportado a más de 2.300 personas, la mayoría en vuelos comerciales o chárter, en una estrategia coordinada con Estados Unidos. El acuerdo bilateral, firmado en 2024 y renovado recientemente, incluye una inversión de 6 millones de dólares para facilitar retornos y operaciones conjuntas.
El acuerdo responde, según funcionarios de ambos países, a la necesidad de garantizar seguridad y orden en los movimientos migratorios. Sin embargo, también expone una verdad incómoda: miles de personas que arriesgaron su vida por una promesa migratoria ahora regresan con las manos vacías y el cuerpo agotado.
Un retorno no solo geográfico
Para muchos migrantes, este viaje de vuelta no es simplemente un regreso físico al sur. Es un retroceso emocional, económico y existencial. Es el reconocimiento de que los obstáculos —muros físicos, legales y simbólicos— pesan más que sus aspiraciones.
Aun así, esta “migración al revés” también revela resiliencia: no todos regresan vencidos. Algunos han aprendido, resistido, e incluso planean reconstruir desde cero en sus países de origen, a pesar de las adversidades que los obligaron a salir en primer lugar.
AGENCIAS / pedroluisgimenezserrada@gmail.com / CNP: 21337