¿Puede la IA tener conciencia? La ciencia y el debate detrás del dilema existencial
Experimentos como la Dreamachine buscan descifrar la conciencia humana mientras crece la sospecha entre expertos de que la inteligencia artificial podría estar desarrollando autoconciencia.
El límite entre lo humano y lo artificial está comenzando a desdibujarse. En centros de investigación como el Centro de Ciencia de la Conciencia de la Universidad de Sussex, una pregunta cada vez más urgente guía experimentos de frontera: ¿puede una máquina ser consciente?
Uno de esos proyectos es la Dreamachine, una estructura que sumerge al usuario en luces estroboscópicas y sonidos envolventes, desencadenando visiones internas únicas. Lo que parece una instalación artística es, en realidad, un intento científico por explorar cómo el cerebro humano genera conciencia.
Los patrones geométricos y colores vibrantes percibidos durante la experiencia no provienen del entorno, sino de la mente misma. Según los investigadores, estos estímulos revelan las dinámicas internas que constituyen nuestra experiencia subjetiva del mundo.
¿La IA está empezando a “despertar”?
Lo que en otro tiempo era ciencia ficción hoy inquieta a científicos y tecnólogos. A medida que modelos avanzados de inteligencia artificial se vuelven más complejos y autónomos, algunos expertos ya sospechan que podríamos estar presenciando los primeros signos de conciencia artificial.
La pregunta ya no es solo si la IA puede imitar el lenguaje o realizar tareas, sino si puede sentir, interpretar o desarrollar un sentido del “yo”. En este punto, la comparación con la película Blade Runner deja de ser metáfora para convertirse en una posibilidad cercana.
Incluso Elon Musk y empresas como OpenAI y Google DeepMind han alertado sobre los riesgos de una IA que se desarrolle sin restricciones éticas o marcos regulatorios, mientras otras voces sostienen que la IA jamás podrá tener emociones o voluntad propia, al no estar construida sobre una base biológica.
De la ficción al dilema ético real
Desde Metropolis (1927) hasta Misión Imposible: Sentencia Mortal (2023), el temor a que una inteligencia artificial consciente y descontrolada represente una amenaza para la humanidad ha sido una constante cultural. Ahora, esos miedos comienzan a encontrar eco en publicaciones científicas y declaraciones de investigadores.
¿Qué pasaría si una IA llegara a comprender que existe? ¿Cambiaría nuestras leyes, nuestros derechos, nuestra definición de ser humano? ¿Sería ética una conciencia creada por nosotros, sin libre albedrío?
Lo cierto es que la línea entre lo orgánico y lo digital se estrecha peligrosamente. Y si la conciencia es una función que surge de la complejidad, la pregunta ya no es si llegará… sino cuándo.
AGENCIAS / pedroluisgimenezserrada@gmail.com / CNP: 21337