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Por José Gregorio Figueroa: Flexibilización de Sanciones, Un Paso Hacia el Futuro de Venezuela


Recientemente, en la hermosa isla de Barbados, se selló un hito crucial para Venezuela. Un acuerdo histórico fue firmado entre representantes del gobierno y la oposición, abriendo las puertas a una extensión de licencias para operaciones petroleras, explotación de oro y otros minerales por un periodo de seis meses. Sin duda, este acontecimiento marca un avance significativo en la búsqueda de una solución pacífica y colaborativa para la crisis que ha afectado a Venezuela.

El acuerdo, no obstante, no es una carta en blanco; está sujeto a una serie de condiciones que deben ser respetadas por el gobierno. Entre estas condiciones se encuentran el compromiso de garantizar las condiciones electorales justas, la liberación de presos políticos y la participación de aquellos previamente inhabilitados en el proceso electoral. En esencia, se trata de un llamado a la restauración de la democracia en el país.

A primera vista, la flexibilización de sanciones por parte de la Oficina Técnica de Control de Activos Extranjeros (OFAC) es un paso esperanzador, otorgando a las licencias para la industria petrolera y minera un plazo adicional de seis meses. Además, se suspende durante este período la inhabilitación financiera del Banco Central de Venezuela, lo que allana el camino para que el país pueda efectuar transacciones comerciales, en particular, la venta de petróleo a los Estados Unidos.

Para lograr este cometido, el Banco Central de Venezuela debe emprender la tarea de actualizar sus cuentas y autorizaciones de firmas ante la Oficina del Tesoro y la Reserva Federal. Esto es fundamental para asegurar que los pagos puedan realizarse sin complicaciones.

Esta medida de flexibilización no solo beneficia a Venezuela al permitirle vender su petróleo sin el tradicional descuento del 30%, utilizado en el mercado asiático, sino que también brinda una oportunidad de aumentar los ingresos y, en consecuencia, la capacidad del gobierno para mejorar aspectos fundamentales como los salarios, la atención médica y la educación. Sin embargo, este progreso debe ir de la mano con un compromiso absoluto con la transparencia y la rendición de cuentas.

En este punto, entra en juego un factor crítico: la posibilidad de incrementar la producción petrolera con la participación de empresas privadas. A pesar de los desafíos inherentes, como la infraestructura petrolera deteriorada y los problemas en el sector eléctrico, la producción de combustibles y la inseguridad jurídica, este paso podría ser un catalizador para el renacimiento de la industria petrolera de Venezuela.

No obstante, la viabilidad de este escenario está ligada de manera inextricable al cumplimiento por parte del gobierno de sus compromisos en cuanto a seguridad y transparencia electoral. Este es un aspecto que, lamentablemente, arroja algunas sombras de duda.

La notable participación de los ciudadanos en las elecciones primarias del pasado 22 de octubre, que acudieron de forma espontánea, preocupa a los niveles más altos del gobierno. A esto se añade la complejidad de mejorar los ingresos sin un aumento sustancial en la producción petrolera, lo que podría requerir destinar recursos para la recuperación económica o incluso a fines de campaña electoral.

En resumen, estamos frente a un momento crucial para Venezuela. La flexibilización de sanciones representa una oportunidad significativa, pero el camino hacia la recuperación y la estabilidad no será fácil. Se avecinan desafíos, debates y obstáculos en el camino hacia una Venezuela más próspera y democrática. Solo el tiempo dirá si ambos sectores involucrados lograrán cumplir con los compromisos asumidos, y si el bienestar del país prevalecerá por encima de cualquier otra consideración.

José Gregorio Figueroa @figueroazabala

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